Las plataformas de comunicación social suman más defensores que detractores. Manuel Castells, Howard Rheingold, Henry Jenkins y Clay Shirky, son solo algunos de los que consideran que Internet empodera a la ciudadanía. Según estos autores, la cultura de la participación (compartir, crear, mezclar, reusar y adaptar contenidos) fomenta la creatividad de los ciudadanos, a la par que los entretiene. Los prosumers son también más activos en la vida política.
La corriente ciberutópica es mayoritaria hoy en día, ahora bien, Internet también tiene sus detractores, y es de ellos sobre los que quiero hablar en este post. Las principales críticas que se han hecho a la Web 2.0 (recogidas en el libro Social Media. A critical Introduction de Christian Fuchs, Sage, 2014:33) son:
- La web 2.0 está basada sobre una ideología mercadotécnica que explota el trabajo gratuito de los usuarios y sirve a los intereses de las grandes empresas. Aquí incluiríamos (entre otros autores citados por Fuchs) Andrew Keen, un autor odiado por los gurús de los Social Media, que acaba de publicar The Internet is not the answer.
- La web 2.0 se basa en la cultura del yo y el narcisismo.
- El discurso web 2.0 abraza una idea minimalista de la participación. Además de los autores citados por Fuchs, en este bloque podríamos añadir Gladwell y Morozov, que defienden que promulgan que las redes sociales NO son una esfera pública que promulga la emancipación política.
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