Eduardo Suárez es periodista y cofundador de Politibot y El Español, dos proyectos periodísticos pure players españoles de reciente creación (2016 y 2015, respectivamente). En 2014 creó y editó, junto con María Ramírez, el blog sobre innovación y tendencias periodísticas No hace falta papel. El pasado curso Ramírez fue seleccionada como Nieman fellow en la Universidad de Harvard para estudiar herramientas para reconstruir la confianza en los medios. Eso ofreció la oportunidad a ambos (Suárez como affiliate) de estudiar la disrupción tecnológica y su impacto en los modelos de negocio de los medios en MIT y en Harvard Business School. Conversamos con él acerca de su experiencia emprendedora en el sector, la intersección entre empresas periodísticas y plataformas tecnológicas y los conocimientos adquiridos en el último curso en Estados Unidos.
Politibot es una de las innovaciones recientes más interesantes del sector periodístico. ¿Cómo surge la idea y de qué se trata?
Politibot es un proyecto que utiliza los bots como canal de información. Nos comunicamos con la audiencia en entornos naturales para ella, Telegram y Facebook Messenger. La idea surge en el congreso de Periodismo de Austin en abril 2016 después de asistir a una charla sobre chatbots. Allí conocimos dos proyectos que nos llamaron la atención: Purple y Quartz, y pensamos en crear un servicio parecido en España. Esto ocurrió cuando yo había dejado El Español y se celebraban las elecciones generales de junio de 2016. Junto con Juan Font, primer desarrollador de Politibot, se nos ocurrió este experimento para cubrir de manera diferente unas elecciones que se presentaban muy repetitivas. En julio de 2016 presentamos el proyecto para obtener una DNI de Google en el apartado de prototipo y nos concedieron los 50.000 euros que nos permitieron convertir el experimento en una pequeña empresa de Sociedad Limitada (S.L.).
Después de dos años en funcionamiento, ¿qué aporta un chatbot al periodismo? ¿Cuáles son los límites y dónde están las oportunidades?
El principal límite es el espacio. En las aplicaciones de mensajería donde está Politibot, las conversaciones son ágiles, por tanto, los mensajes del bot son cortos y el lenguaje es visual. En Periodismo siempre hay que escoger el tipo de lenguaje y la mejor herramienta para contar una historia. Si deseas explicar historias en profundidad, hay otros géneros y soportes más adecuados. Respecto a las ventajas, un chatbot está en un lugar en el que la gente está conversando de manera natural, y eso es muy positivo porque llevas la información a canales de mensajería instantánea que utilizamos todos, todos los días. Es una manera de llegar a una audiencia que quizás no tiene tiempo de leer artículos largos o no quiere estar todo el rato enganchada a canales de información. La mayoría de los proyectos periodísticos están pensados por periodistas y dirigidos a gente como nosotros, que está interesada en leer piezas largas. Nuestra idea es dirigirnos a un público con menos tiempo o ganas de leer, ofrecer la información básica y clave, y hacerlo en un formato visual.
¿Habéis conseguido monetizar Politibot?
Hemos tenido dos experiencias interesantes con clientes. Por un lado, hemos desarrollado LaBot un robot periodístico para difundir información en Chile, impulsado por Andrea Insunza, Paula Molina y Francisca Skoknic. Por el otro, junto con Random House, hemos creado una conversación mensual sobre uno de los libros publicados con los sellos Debate o Taurus, sus líneas de no ficción. La iniciativa está funcionando muy bien porque el target de estos sellos es similar al de Politibot. Al margen de estas experiencias tenemos unos 240 mecenas que hemos logrado a través Patreon. Estas aportaciones nos ayudan a continuar con el proyecto.
Esperamos también que Whatssap ofrezca posibilidades similares a Facebook Messenger a corto plazo. Queremos estar preparados cuando eso ocurra porque Whatssap es la aplicación de mensajería instantánea más utilizada en España y muchos otros países de América Latina.
Recientemente habéis obtenido otra de las ayudas de Google para llevar a cabo un nuevo prototipo. ¿En qué consiste esta nueva iniciativa?
Se trata de un proyecto para llevar a cabo contenidos periodísticos no vinculados a la actualidad. Hemos querido pasar de un producto centrado en la actualidad inmediata a otro que permita consumir contenidos bajo demanda. Estamos intentando construir series periodísticas narrativas y para ello debemos desarrollar unos mecanismos técnicos, muy distintos a los de Politibot, para conseguir una buena experiencia de usuario. Por ejemplo, en un chatbot de actualidad diaria no tiene sentido seguir consumiendo la información donde la dejaste la última vez y, en cambio, sí hay esta necesidad en este nuevo proyecto. También queremos que el usuario pueda recibir información en función de su geolocalización e integrar la función del pago en la herramienta para que sea más fácil financiar la labor del periodista. Ahora estamos desarrollando estas cosas técnicas.
El fondo para la Innovación de Noticias Digitales de Google (DNI Fund), cuyo objetivo es ofrecer recursos económicos a las empresas periodísticas para impulsar la innovación, se ha convertido en una fuente de financiación de referencia en el sector. En Europa es casi la única alternativa para los periodistas inquietos con un proyecto innovador bajo el brazo. ¿Es una situación ideal? ¿Dónde están los fondos de capital riesgo o las instituciones filantrópicas tan habituales en los Estados Unidos?
No, no es una situación ideal. Es cierto que en España los fondos de capital riesgo están dedicados a proyectos que no tienen nada que ver con el Periodismo, a diferencia de Estados Unidos donde el dinero fluye hacia los medios. Aunque esto no es siempre bueno. Empresas como Vice y Buzzfeed, por ejemplo, que recibieron grandes inversiones, no están cumpliendo las expectativas previstas. A veces las inversiones tan grandes acaban resultando una losa y conducen a la empresa hacia objetivos que poco tienen que ver con el Periodismo. Los inversores quieren un retorno que los medios no siempre dan, de manera que también está bien crecer poco a poco de manera sostenible. Desde Politibot hemos pensado alguna vez en recurrir a inversores, pero preferimos no ser esclavos de unas métricas y unos objetivos que nos alejen de la idea inicial. Valoramos tener control del proyecto. Las fundaciones como la Knight Foundation también son vías de financiación en Estados Unidos, pero en Europa no están tan extendidas.
La relación entre empresas periodísticas y tecnológicas es de interdependencia. Hace diez años pensábamos que la descentralización de Internet iba a salvar el Periodismo, y ahora, en cambio, solo hablamos de desinformación y burbujas filtro. ¿A qué atribuyes este cambio de discurso?
Los discursos utópicos de la Red aparecen en Estados Unidos en el momento de las primaveras árabes. El profesor del MIT Ethan Zuckerman, uno de los pensadores más influyentes de la esfera pública digital, explica que al principio fueron ingenuos en creer que Internet iba a descentralizar el poder e iba a traer una esfera pública donde la información no estuviera controlada por unos pocos como ocurría con la imprenta. En las primaveras árabes, aunque pocos lo supieron ver, se inicia la recentralización de la Red. Se terminan los años más salvajes de Internet de principios del siglo XXI. El debate ahora está en cómo equilibrar el poder que han adquirido las cuatro o cinco empresas tecnológicas más poderosas (Google, Amazon, Facebook, Apple…). Las conversaciones antimonopolio planean sobre Google y Facebook, según lo que hemos escuchado este último año en la Universidad de Harvard. Están abordando el tema profesores como Jonathan Zittrain y Cass Sunstein. Y también se trata de la influencia rusa a través de Facebook en las elecciones presidenciales americanas.
La manera apocalíptica en la que se ha hablado de Internet en el último año es quizás exagerada, pero había que romper esos discursos utópicos de principios de siglo. Veremos pronto cómo avanza la legislación antimonopolio. Otro gran tema es la preocupación por el tiempo, porque las redes sociales están diseñadas para hacernos perder el tiempo y los propios ingenieros de las empresas tecnológicas lo reconocen. En general, la conversación es ahora menos complaciente con las empresas tecnológicas.
Respecto al fenómeno de las cámaras de eco, ahora tan criticadas, ¿no crees que su existencia es una característica definitoria de Internet basada en la personalización de los contenidos y tiene también un lado bueno? Por ejemplo, cualquier colectivo, desde la comunidad de zurdos hasta la de amantes de la mortadela, puede encontrar contenidos y personas afines.
Sí, Internet es un lugar maravilloso si tienes una pasión. Por ejemplo, a mí que me gusta mucho la ópera tengo acceso a infinidad de contenidos. El problema tiene que ver con la propia política. Y es un problema que no es solo de Internet. Tiene mucho que ver con donde vive la gente. El factor clave de la polarización es la gente con la que estableces relaciones off line. Y eso en Estados Unidos es un problema, ya que en los últimos años ha habido un proceso de fragmentación. Los progresistas y los republicanos viven en barrios separados. Esta tendencia, que empieza en los años 60 con la persecución de inmigrantes, se refuerza al mismo tiempo con la aparición de las cadenas de televisión por cable, y, un poco más adelante, con la aparición de las redes sociales. En la Academia no hay consenso sobre qué actor influye más en la polarización de la sociedad, pero sí en que es una mezcla de los tres.
En un artículo reciente publicado en el Nieman Reports recoges algunos proyectos periodísticos estadounidenses que quieren combatir las cámaras de eco, ¿conoces alguna propuesta similar en España?
No, no tengo constancia, y que conste que lo he buscado porque el artículo surge por lo que ha pasado en España en el último año a raíz del tema catalán. He vivido y he seguido la polarización en Estados Unidos durante varios años y lo que ha pasado en Cataluña el último ha sido un toque de atención, y no solo por la exasperación del tono del debate sino también por la desinformación que ha circulado en redes sociales y en algunos medios. Los proyectos que menciono en el artículo pueden ser fuente de inspiración para algún proyecto de aquí.
¿De qué tratan?
Me gusta especialmente Spaceship Media que propone conversaciones sobre temas de actualidad entre gente que piensa lo contrario, a veces en el entorno digital, a través de un grupo de Facebook, y otras de manera presencial. Ha llevado a cabo interesantes debates acerca de la inmigración, la tenencia de armas o las últimas elecciones presidenciales. Es realmente inspirador y se podría hacer en España. Kialo es una herramienta donde se crean debates en los que puede participar cualquiera. Ahí hay un par de debates centrados en España: uno sobre el tema catalán y otro sobre toros. En Politibot, durante el mes de octubre y noviembre, quisimos romper la cámara de eco y les preguntamos a los usuarios qué pensaban del referéndum y, en función de sus respuestas, les mandábamos artículos con una posición argumentada totalmente contraria. La experiencia tuvo muy buena acogida.
¿Existe una relación entre el modelo de negocio y los contenidos ofrecidos por un medio? ¿Mientras las empresas periodísticas continúen apostando por la publicidad como principal vía de ingresos tendremos que seguir leyendo titulares clickbait?
Ahora mismo en España la publicidad es la principal fuente de ingresos y eso introduce un sesgo. Inevitablemente, si tu modelo de negocio está enfocado hacia allí, debes hacer un tipo de contenidos para conseguir clics. Así como una cantidad muy elevada de piezas. Este modelo es anticuado y en Estados Unidos la mirada está puesta en los modelos de suscripción en los que los intereses de los usuarios y el medio están alineados. En el modelo de la publicidad no se da está alineación. A la empresa le convienen los clics y al lector no le gustan o al menos no quiere encontrarlos en su medio de información de referencia. El modelo de suscriptores que funciona mejor en España es el diario.es, que ha conseguido alrededor del 30% de ingresos provenga directamente de los lectores. Y eso les da independencia para destapar casos como, por ejemplo, la reciente exclusiva del caso Cifuentes. La clave reside en alinear los intereses de los usuarios con los del medio para recuperar la confianza.
Crédito de la fotografía: EFE – Eduardo Noriega.
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